Los ruidos volvieron, el sabía que pasaría, los sentía llegando hace un tiempo, no podía hacer nada para evitarlos, simplemente se resignó, perdió.
No había forma de solucionar esa situación, solo esperar, tratar de entender, quizás respirar profundo, aunque la resignación fuese una forma de responder y perder al mismo tiempo, era la única opción viable en el momento.
Vio venir a la oscuridad, empezó a ceñirse a su alrededor, de nuevo, inevitable, de nuevo, inmerso en ella, no había donde correr, no había donde esconderse, la resignación, de nuevo, era la opción viable.
El creyó que la oscuridad vendría acompañada del silencio, de lo que a simple vista aparentaba ser una pequeña victoria en este mar de derrotas constantes en el que flota hace tiempo. Pero no, la oscuridad esta vez estaba sola, no traía nada oculto, ella se fundió en una extraña e inesperada alianza con el ruido, el dúo era de temer, dos elementos que no deberían juntarse, ahora encontraron una forma de trabajar juntos, de hacerse presente en él, que solo cayó, derrotado, ante la imposibilidad de encontrarle una salida a semejante alianza. «Ahora mis demonios serían amigos» pensó, vencido.
Entre tanto ruido y oscuridad, una ínfima luz se coló, se acerco de a poco, cada vez fue creciendo más y más, él la miraba fijo, era lo único que tenía sentido en ese ambiente hostil alrededor suyo, la luz fue creciendo y creciendo, se colocó en frente suyo, sin decir una palabra, él se animó a ponerse de pie, se enfrentaron y la luz lo abrazó. El primero se ahogó, antes de poder volver a respirar, el silencio se retiró, humillado, dándole espacio al total silencio, un ser con el que siempre tuvo una relación de amor-odio, pero que esta vez se hacía presente en son de paz.
La oscuridad se desvaneció, frente a esta luz que, casualmente o causalmente, lo salvaba con un simple abrazo, la oscuridad se volvió sombra detrás suyo, porque es sabido que mientras más cerca brilla la luz, más grande es la sombra, a él no le importo, era parte suya, pero ahora solo estaba detrás, era el pasado, y la luz el presente, quizás el futuro.
La luz abrió los ojos y lo miro en lo profundo de los suyos, el gris opaco de su alma pareció no intimidarla, la inocencia con la que era observado le reveló que lo había salvado accidentalmente, en su pureza no entendía la situación en la que él estaba inmerso. Sonrió, el sonrió por la situación, por ser salvado rozando lo accidental, por ser salvado, por ser, la luz le devolvió una sonrisa.
Él entendió todo, él no entendió nada, el empezó a entender, él dejó de entender, él se encontró, él se perdió. Todo en uno, todo junto, todo a la vez.

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